Send Nudes
- Mariano Rapetti
- 5 dic 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 16 ago
Videoperformance que indaga la relación entre los algoritmos y el cuerpo, desarrollada a partir del montaje de escenas eróticas descargadas de Internet, texto e imágenes producidas durante la cuarentena en 2020. Me interesa pensar al algoritmo que media mi relación con la pornografía como una prótesis; una extensión funcional de mi biología.
El trabajo formó parte de la Clínica de Composición Coreográfica de Diana Szeimblum y Juan Vallejos en 2020.
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A veces me dan muchas ganas de agarrar lo que tengo puesto y hacer dedo en una ruta cualquiera hasta llegar a un lago. Después, mis redes sociales se llenan de publicidades sobre rutas, paquetes turísticos, viseras, shorts de baño.
Si la última vez busqué un video de chicos en ropa deportiva y ahora busco uno de rubios jóvenes me recomienda boxeadores novatos de Europa del Este, heterosexuales Rusos en bancarrota, amigos de camping en Noruega.
El algoritmo me sugiere cosas que no sabía que podían gustarme. Es una parte de mí que está fuera de mi cuerpo. Como una prótesis que no ocupa espacio físico ni se puede tocar.
Todo lo que hago en internet queda registrado. Cada click, cada video. El tiempo que pasé mirando, a qué hora prefiero hacerlo, por cuanto tiempo. Qué hice antes y qué hice después.
Así es como me ve internet. Quizás, la peor de mis versiones. Y a la vez, una versión precisa: lo que el algoritmo me ofrece, es mejor que lo que puedo imaginar. Es más intenso, más veloz y no me juzga.
Sólo cuando me desconecto, la Big Data deja de acopiar información. El algoritmo no descansa nunca. Trabaja todo el tiempo en una velocidad constante, conectando esas partes de mí para imaginar qué novedad sugerirme, que nueva relación establecer.
Aún cuando estoy haciendo otra cosa, como hablar de mis ganas de viajar o cuando finalmente cobro valor y lo hago.















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